jueves, 16 de diciembre de 2010

Rosa Marina II




En algún momento de la madrugada, me desperté con Rosa a mi lado. Encendí la pequeña lámpara de la mesa de noche para verla. Dormía un sueño profundo. Ahora podía apreciar su hermoso cuerpo de ébano completamente desnudo a mi lado: sus hombros anchos, su hermosa espalda esculpida hacia abajo hasta remata en una estrecha cintura, sus nalgas perfectamente redondas, sus largas piernas. Toda su piel negra, lustrosa; pero sobre todo, ese olor a hembra que emanaba de su cuerpo. Allí, en medio de la madrugada, tuve la oportunidad de hacer mió cada uno de los aromas que despedían cada uno de los pliegues de su piel.
Comencé por su cuello, inhalando cada centímetro de su torso siguiendo el camino de su columna vertebral hasta llegar al final de su espalda, justo antes de remontar sus firmes nalgas, con ambas manos las separé y seguí el húmedo surco hasta llegar a su pequeño ano, aspirando ese olor tan peculiar y excitante. Con la punta de mi lengua, a penas rocé su hoyuelo, que al instante ella contrajo acompañado de un leve gemido. Seguí mi búsquela hacia su vulva, que ella facilitó abriendo un poco las piernas, lo que hizo me percatara que se había despertado con mis caricias. Entonces busqué su rostro para descubrir, que aun medio dormida, sonreía complacida por mi travesura. Al instante me dijo:
_ Sigue, no te detengas

Con mis dos dedos, abrí sus labios menores, al instante su vagina despidió su olor calido y penetrante. Levanté un poco su capuchón para descubrir su clítoris rosado que ya comenzaba a crecer brillante de humedad. Sumergí mi nariz en el espeso vello de su pubis, aspirando con fuerza esa mezcla de aromas. Ella abrió aún más sus piernas y levantó sus caderas para ofrecerme entera su vulva cada vez más hinchada y mojada por la excitación. Yo introduje mi lengua por su vagina al máximo y ella comenzó a mover sus caderas en busca de mayor placer, alternando lengüetazos entre su vestíbulo y su clítoris, bebiendo de sus jugos que queda vez se hacia más abundantes. Un prolongado gemido, y sus furiosas contracciones vaginales me anunciaron que había alcanzado un intenso orgasmo. Luego de eso se desvaneció como una muñeca rota en la cama con una inmensa sonrisa de satisfacción en los labios. Tuve que velar su sueño un tiempo más, con una dolorosa erección hasta quedarme dormido a su lado.

Al la mañana siguiente, para mi sorpresa, me desperté solo en la mi cama. Después de darme un prolongado baño y bajé a la cocina donde encontré a Rosa preparando un suculento desayuno. Vestía unos cortos shorts blancos y una camiseta que dejaba desnudo su hermoso vientre color canela. Antes de saludarla me quedé en el vano de la puerta apreciando una vez más su hermosa figura. Apenas podía creer, que aquella escultural belleza de ébano, estaba a mi disposición todo el fin de semana. Parada allí, frente a la estufa, podía dar gusto a mis ojos: sus redondas nalgas, sus poderosos muslos y torneadas piernas, su bien delineada espalda, sus turgentes senos que se asomaban un poco por debajo de su corta franelilla.
Me aproximé por detrás hasta abrazarla y besarla en el cuello:
_Buenos días, espero que hayas dormido bien_ le dije al oído.
_Creo que tenias años sin tener un sueño tan profundo, la verdad dormí muy rico a tu lado, ayer fue un día especial para mí y… espero que para ti también.
_ Fue el mejor día de mi vida _le dije mientras olía en su cuello el aroma a jabón de mujer recién bañada.
Mis manos abrazaron su vientre y subieron hasta sus senos. Ella respondió mi caricia buscando mi boca para darme un prolongado beso. Una de mis manos comenzó a bajar hasta su pubis y jugueteo con su abundante y espeso vello. Uno de mis dedos comenzó a buscar entre sus labios mayores hasta hallar su clítoris algo hinchado. Mas abajo, deslice mi dedo entre sus labios menores para hasta encontrar la entrada de su vagina que ya estaba bastante húmeda. Rosa buscó con su mano mi miembro, que para el momento ya tenía una respetable erección.
_ Parece que te levantaste con ganas de buscar pelea.
_ Es que solo tenemos el fin de semana y quiero aprovecharlo al máximo_ dije mientras llevaba mi dedo mojado de sus jugos hasta mi nariz, agregando: _ definitivamente, tú olor me vuelve loco.
_ ¿Y quien te dijo que tenemos solo este fin de semana?
Diciendo esto, Rosa empino aun más sus redondas y erguidas nalgas. Yo baje mi pantalón e inmediatamente salto mi miembro.