lunes, 28 de junio de 2010

Aisha y Yamila



De vuelta a la cabaña, lo primero que hice fue tomar un largo baño y acostarme para reponer mis fuerzas después de la agotadora aventura en la selva. Aisha había estado callada todo el camino de regreso, quizás ella estaba un poco avergonzada de su desenfrenado comportamiento. Yo traté de convencerla de que nunca había conocido una mujer más ardiente y desinhibida. Y por supuesto, lo que habíamos hecho, quedaría entre nosotros. Aisha, sin decir palabras sólo se remitía a asentir con la cabeza y sonreír.

Me despertaron los sonidos nocturnos propios del lugar que desde lo más profundo la selva venía a saturar el lugar de misterio. Me paré de la hamaca para orinar y pude ver una leve luz que provenia de la ventana de la habitación de Aisha. Al acercarme escuché las voces de dos mujeres que susurraban entre risas. Pude identificar con claridad la voz de mi deliciosa anfitriona. Me sorprendió el hecho de que hubiese otra mujer en la pequeña granja. No parecía ser una mujer mayor, ya que su tono de voz y su risa era tan suave o más que la de mi bella amante africana. El cansancio pudo más que la curiosidad y decidí regresar a mi hamaca vencido por el sueño.

El calor no me dejó dormir hasta muy tarde. El sol me golpeó en la cara desde muy temprano. Además tenía un apetito voraz. Así que me levanté con la intención de darme un baño. Junto a la ducha conseguí ropa limpia y un par de sandalias de cuero que parecían estar nuevas y eran exactamente de mi talla. Después de vestirme, me dirigí a la cabaña en busca de Aisha, como siempre estaba frente al fogón preparando el desayuno. Esta vez llevaba puesto el vestido sencillo del primer día. Pude notar que llevaba una diminuta prenda de ropa interior. Seguidamente me sorprendió el hecho que había puesto tres lugares para comer en la modesta mesa.

_Buenos días, espero que hayas descansado lo suficiente_ Me dijo con su habitual picardía.

_Si, dormí profundamente, creo que tenia años sin dormir tan sabroso._ dije porque era realmente la verdad.

_Que bueno, me imagino que tienes muchísima hambre_ dijo una vez más desplegando su radiante sonrisa.
_ Antes de que te sientes quiero que conozcas a alguien… ¡Yamila! _
Dicho esto señalo hacia la puerta de su pequeña habitación. Con paso tímido y sin decir palabra entro una muchacha un poco mas joven que Aisha, igualmente de piel negra , tendría a lo sumo quince o dieciséis años, su cabello igualmente corto, figura delgada, de espaldas anchas y senos pequeños y a pesar de su joven edad nalgas prominentes y piernas bien formadas. Iba vestida con unos short de jeans bastantes cortos y raído, y una franelilla muy corta que dejaba ver su vientre plano y musculoso. Calzada con sandalias de cuero y llevaba una pulsera de cuentas de colores en uno de sus tobillos. Su rostro redondo, casi de niña, de grandes contrastes: ojos almendrados con grandes pestañas, nariz perfilada y boca gruesa, cuyo labio inferior caía carnoso dejado ver algo de su rosado interior.
_Ella es mi prima Yamila, es hija de una hermana de mi padre que vive en el pueblo._y dirigiéndole a la muchacha _ Saluda muchacha, ella parece un poco tímida, pero, deja que la conozcas_ dijo Aisha y entre ambas intercambiaron sonrisas de complicidad que me hicieron sospechar que todavía me quedaba por conocer este lugar.

Disfrutamos de un delicioso desayuno hecho por ambas muchachas. Los tres comimos en silencio, pero de vez en cuando ellas intercambiaban miradas que me hacia pensar en las risas que venían de su habitación la noche anterior. Al terminar de comer me fui dar una vuelta para conocer los alrededores mientras las chicas se quedaron recogiendo y lavando los trastes. Después de dar algunas vueltas, regresé y encontré que las dos muchachas habían colgados dos hamacas en el caney, una frente a la otra, las dos se divertían meciéndose y riéndose juguetonas.

_Hola, veo que se están divirtiendo_ solo obtuve risas por respuesta _bueno no las interrumpiré…
_No, por favor, acompáñanos. _ Y diciendo esto, Aisha se levantó de la hamaca._ ponte cómodo aquí, yo me siento en esta con Yamila.
Así lo hice, me recosté a lo largo de la hamaca y las dos jóvenes quedaron muy juntas en la otra hamaca frente a mi. Aisha pasó su brazo por encima del hombro de su prima, prácticamente la tenia abrazada, Sus preciosos rostros quedaron muy cerca uno del otro, sobre la tela blanca de hamaca, haciendo un bello contraste con sus pieles oscuras. Ambas cruzaban miradas y reían acurrucándose una contra la otra.

_Creo que hoy va hacer mucho calor _dijo Aisha dirigiéndose a Yamila y esta le respondidó con una sonrisa_ creo que te deberías quitar eso primita para que estés más cómoda_ y sin darle tiempo a reaccionar, le sacó la franela obligándola a levantar los brazos. La joven quedo con sus pequeños, pero muy firmes senos al aire, que rebotaron cuando la muchacha bajó los brazos. Abajo, en mi pantalón mi miembro reacciono inmediatamente. Pero preferí quedarme a esperar por donde iba el juego que obviamente tenía planificado para mí. La chica tenía un torso perfecto, espaldas anchas y hombros redondeados. Sus incipientes senos, tenían aureolas grandes y cónicas, como dos teteros rematados en dos erectos pezones. La boca se me estaba haciendo agua de solo verlos. Las dos chicas comenzaban a sudar por la proximidad de sus cuerpos. Entonces Aisha, en un nuevo gesto juguetón:

_Vamos muchacha, quítate eso también, para que te refresques _ Yamila levantó sus caderas y sin salir de la hamaca se quitó el shot quedando solo con su ropa interior. Ambas rieron estruendosamente. Yo en mi lugar observaba.
_ Bueno, ahora me toca a mi _ dijo Aisha despojándose de un solo tirón de su vestido, quedando solo en sus diminutas pantaletas. Las dos chicas quedaron muy juntas, abrazadas una de la otra, viendo mi cara de satisfacción.

Después de un silencio las dos chicas aproximaron sus bocas y frotaron las puntas de sus rosadas lenguas a la vez que intercambiaban deseosas sus alientos. Aisha posó su mano sobre el seno de Yamila. Esta respondió con leve gemido y ambas se sujetaron en un apasionado beso. Desde mi hamaca podía ver como se mordían sus carnosos labios, frotaban sus lenguas, intercambiaban su saliva. Parecía que se iban a devorar una a la otra. Yamila bajo por el cuello besando y chupando desenfrenada la oscura piel de su prima, a lo cual Aisha respondía inclinando la cabeza hacia atrás para que la joven muchacha lamiera la piel sudorosa de su prima, dibujando un camino hacia sus senos ahora completamente duros por la exitacion. Yamila se separó unos instantes y con un veloz movimiento despojarse de la ropa interior, la cual lanzó y yo me apresuré ha atajarla en el aire. Al tenerlas en mi mano noté que estaban completamente mojadas de un fluido transparente y algo espeso y pegajoso. Instintivamente las llevé a mi nariz y esperé a que las chicas me miraran para pasarle la lengua y degustar tan delicioso néctar.
El aroma era fuerte, se podía percibir olor a restos de orine mezclado con sudor y fluidos vaginales producto de las hormonas exacerbadas de una muchacha de su edad. Aisha metió la cabeza en la entrepierna de la chica y comenzó a devorarle su sexo. Yo desde mi lugar no podio ver nada pero el rostro de Yamira me revelaba el placer que sentía por las caricias de su prima: sus ojos tornados hacia arriba, su boca entreabierta, sus manos crispadas, y sus caderas se agitaban en busca del ansiado orgasmo que no tardo en alcanzar, dejando escapar un callado gemido gutural. Aisha levantó la cabeza y se pasó la legua por los labios saboreando los fluidos de su primita.
Al verme Yamira se puso de pie y se encamino hacia mí. Fue cuando me pude percatar realmente de lo bella que era la muchacha. Una figura delgada de suaves curvas. Espalda y hombros anchos, senos, como ya dije pequeños pero puntiagudos y erectos. Vientre exquisitamente plano. Piernas largas y muslos fuertes propios de las mujeres del campo, acostumbradas a trabajos fuertes. Su pubis con mucha más vello que su prima de mas edad, sus labios mayores ahora estaban muy abiertos por la exitacion, y se asomaban como pétalos, unos encarnados labios menores. Su clítoris comenzaba a asomarse bajo su hinchado chapuzón.

Al llegar junto a mi Hamaca volteo la mirada en busca de la aprobación de su prima.
_Hazte a un lado_ me dijo con voz suave. Luego se sentó frente a mí, como quien monta un caballo y echando sus piernas hacia arriba, casi pegando de sus hombros me dijo:
_ Si te gustó tanto el sabor de mi ropa interior, será mejor que pruebes directamente_ dicho esto, abrió con dos dedos sus labios menores, exponiendo su juvenil vulva de color salmón. Su néctar vaginal corría hasta mojar el interior de sus muslos. Su delicioso olor llegaba hasta mi rostro penetrando mis fosas nasales. La joven Yamira se mordía el labio inferior de deseo. Yo no pude posponer más mi desenfrenada lujuria y me lance sobre aquella flor como un desesperado introduciendo mi lengua en su palpitante almeja. La chica comenzó a emitir unos sonidos guturales mientras clavaba sus uñas en mi cabello empujando mi cabeza hacia su entrepierna. Yo movía mi lengua como una serpiente, chupando su clítoris, lamiendo sus labios, bebiendo de sus fluidos que formaban hilos en mi boca, en mi lengua, en todo mi rostro empapado de su viscoso fluido. Aisha frente a nosotros se despojo de su pequeña pieza de ropa y se sentó con las piernas abiertas. Con su mano derecha comenzó a masturbarse, presenciando el espectáculo que ofrecíamos mi joven amante y yo.

Desde unos leves gemidos guturales hasta verdaderos gritos, Yamila comenzó expresar el placer que estaba experimentando con más y más fuerza. La muchacha tímida había desaparecido, para dar paso a una verdadera fiera salvaje. Entonces la tomé por las axilas con ambas manos y de un fuerte tirón la levanté, la muchacha quedó parada con una pierna en cada lado de la hamaca. Yo, acostado a lo largo, con mi miembro como un mástil justo bajo su entrepierna. Yamila lo miraba con deseo y temor. Desde mi ángulo de visión podía ver su vulva hinchada y chorreante que palpitaba sin cesar. Entonces la negrita tomo mi pene con su mano y comenzó frotar mi glande en la entrada de su almejita, entre sus labios menores, meneando en círculos sus caderas para acariciar su clítoris con la punta.
La chica a pesar de su juventud era una maravilla y conocía lo que su cuerpo requería para conseguir el máximo placer. Aisha se levantó de su posición de espectadora y decidió participar. Al igual que Yamila, puso una pierna a cada lado de mi hamaca y parada frente a su prima, me ofreció su desplegado y humado sexo justo sobre mi rostro. Yamila lentamente comenzó a descender para que mi miembro fuese penetrando en su ansiosa vagina. Manejaba con gran maestría sus músculos vaginales apretando mi pene cuando entraba y los relajaba cuando salía., acariciándolo en toda su extensión con sus labios menores y frotando su clítoris contra la base de mi mastil. Con cada movimiento su cintura se quebraba de manera asombrosa, a intervalos regulares lo dejaba hasta el fondo donde por instante lo dejaba para disfrutar de toda su extensión, y una vez mas volvía a comenzar su danza acompañada por la música de sus tiernos gemidos. Mi miembro estaba ahora cubierto de un fluido espumoso que emanaba del su vagina, producto del intenso contacto entre nuestros sexos. Mas arriba, Aisha y Yamila se abrazaban apasionadamente, frotando sus lenguas y acariciando sus senos mientras sus cinturas giraban rítmicamente, mientras yo succionaba, lamía, mordía la vulva de Aisha que la estrujaba contra mi boca bañando toda mi cara de su inagotable fuente. Un largo gemido me anunció que Yamila alcanzaba otro de sus un intensos orgasmos mientras su vagina apretaba mi miembro, produciéndome un placer infinito que casi me hace eyacular. La joven cayó rendida sobre mi pecho dejando sus nalgas elevadas. Aisha se desplazó al otro lado y abordando a la joven por detrás comenzó a lamer su espalda empapada de sudor mientras que con ambas manos acariciaba los delicados senos. Su lengua siguió el recorrido de la columna vertebral, en su cóccix se detuvo, y lentamente siguiendo el camino entre sus abombadas nalgas hasta llegar a su ano. Al apenas rozarlo la muchacha reaccionó cimbrando su espalda exponiendo aun mas su enrojecida vulva, mientras se aferraba con sus uñas a mis pectorales hasta hacerlos sangrar. Aisha lamía toda la entrepierna de su prima, desde su clítoris hasta su palpitante ano, alternado sus lengüetazas con mi miembro apunto de reventar. Aisha, arrimó un poco a Yamila hacia mi y se introdujo mi pene por la vagina, y con ambas manos en las caderas Yamila, comenzó a mover sus caderas. Yamila retrocedió para estrujar sus nalgas con el pubis de Aisha, que se desvaneció con un largo gemido sobre la espalda de Yamila, a las ves que mi palpitante miembro se vaciaba en su ardiente interior.

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